Nadie quiere… pero la mayoría se esfuerza por conseguirlo.
Y en los tatuajes es casi deporte olímpico:
— Gente confundida.
— Perdidos sin idea.
— Decisiones impulsivas que luego pesan toda la vida.
Yo ya tatué a más de mil personas, y si algo he aprendido es a detectar rápido quién está a punto de hacer el ridículo.
Por eso mando correos con un solo objetivo:
Evitar que seas parte del show.
¿Te quieres tatuar? Entra, te conviene.
¿Eres tatuador? También entra, te conviene igual.